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Transportar cualquier obra a un medio diferente siempre es complicado. Nunca sabes cómo va a acabar. Puede que el material original sea demasiado fantástico o extraño para que case con las audiencias de otro medio o que sea demasiado ambicioso y, por ello, demasiado caro de producir. O que el material original sea demasiado extenso. Y eso es lo que, en mi opinión, le ha ocurrido a la última gran adaptación de la pequeña pantalla: La Rueda del Tiempo.

Contexto.

Empecemos con un poco de contexto. La Rueda del Tiempo es una saga de literatura de fantasía escrita por Robert Jordan y terminada por Brandon Sanderson (Jordan falleció antes de acabar su obra en 2007). En esta serie, que consta de catorce entregas y una precuela, seguimos una misma historia y plantel de personajes. La Rueda del Tiempo es una de las sagas de ficción más largas jamás escritas, por lo que Amazon y Rafe Judkins decidieron que debían transformarla en una serie para Amazon Prime. Y lo han hecho, la primera temporada de La Rueda del Tiempo nos llegó el 19 de noviembre de 2021. El resultado final, a mi parecer, es que es una buena serie… pero una adaptación bastante mediocre.

La serie.

Muchas adaptaciones pueden alejarse de la obra original y, a su vez, ser una gran película o serie. Tenemos ejemplos como El Resplandor, El Perfume o incluso Psicosis. La Rueda del Tiempo se incluye entre ellas. Tiene muchos problemas de adaptación: se saltan tramas, lugares (Baerlon o Caemlyn) y personajes enteros (Elyas, Gawyn o Elaine). Se cambian partes intrínsecas del funcionamiento del mundo que son clave en la trama central como, por ejemplo, que el Dragón renacido puede ser hombre o mujer, mientras que en los libros solo puede ser hombre. Esto funciona como parte esencial del conflicto que tienen los dos géneros en los libros, ya que las mujeres son las únicas que pueden practicar magia sin volverse locas y destrozar el mundo.

Muchas de estas diferencias entre las dos obras son a causa de la diferencia entre los dos medios. La obra original es una saga de libros, lo que significa que puede tener un ritmo mucho más pausado y centrarse más en las emociones y los dilemas internos de nuestros personajes. El problema es que no puedes tener un ritmo tan estático en una obra audiovisual, y menos en una serie de fantasía producida por una de las mayores plataformas de streaming del mundo (y que, además, busca tener el nuevo Juego de Tronos en su catálogo). Esto no es cine de autor, no podemos estar una hora y pico viendo cómo una chica sale de un monasterio para descubrir la sociedad polaca de los años sesenta (por cierto, ved IDA, está muy bien).

También tenemos que hablar de los problemas que tiene el libro y que la serie intenta paliar. En el primer libro El Ojo del Mundo tenemos, básicamente, ochocientas páginas de unos quinceañeros recorriendo un mundo hostil y siendo miserables. No es un material demasiado jugoso para una serie de televisión. Por eso, puedo comprender que se hayan hecho algunos cambios, como saltarse toda la parte de Baerlon (la cual tampoco es que aporte una barbaridad), aunque sigan cortando demasiado para cambiarlo por otras tramas que empiezan en los próximos libros y que tampoco hacía falta empezar aún.

En resumen, adaptar cualquier relato en un soporte audiovisual es una epopeya. Mil cosas pueden salir mal, hasta te puedes topar con una historia que no se puede adaptar. En este caso, la Rueda del Tiempo es una buena serie para los que se quieran meter en este mundo pero leerse catorce libros les parezca algo intimidante. Y, para los locos como yo, que nos los estamos fumando, es una visión diferente de un mundo que adoramos. Y nadie nos podrá quitar todos esos kilos de papel impreso que tenemos en nuestras estanterías.

Y con estas, os digo hasta luego, pero no sin antes recordaros que tenéis disponible nuestro portfolio tanto en nuestra web como en nuestras listas de reproducción de YouTube y Spotify.